La banda que se desplaza desde la canción hasta el más crudo rock acaba de editar su primer demo, y se afianza cada vez más a través de recitales en plazas y parques “como forma de llegar a la gente”.
En el porteño barrio de Agronomía allá por el 2007, un grupo de amigos se juntó para hacer un poco de ruido. Casi un año les llevó encontrar una formación estable. En el medio: búsqueda de integrantes en avisos clasificados, problemas con la policía, coincidencias y encuentros que cada vez más muestran que el mundo es un pañuelo.
En fin, Charly (voz, guitarra y teclados), Sócrates (batería, percusión y Dj), Juampi (bajo y coros), El Niño (guitarra) confluyeron para editar un demo de nueve temas hace poco más de un mes, el cual cuenta con cuatro canciones en estudio, cuatro acústicos en vivo y un tango como bonus track. “Lo estamos haciendo sonar por todas las plazas y lugares del circuito del rock”, comentan.
Pero hablar solo de rock en el caso de Cruce Peligros es muy acotado. “Si bien estamos identificados con el rock nos gusta tener distintos estilos, somos como una nave a la deriva de la creatividad porque dejamos que la música fluya como un impulso y eso espontáneo le da mucha más riqueza”, explican.
Esta forma de hacer las cosas se plasma también en sus letras, las cuales “son vivencias y cosas inspiradas de la realidad o la imaginación, letras irónicas, grasunas y dulces a la vez”.
El Rosedal, Plaza Francia, Parque Centenario y muchas zonas más fueron cuna de la música de Cruce Peligroso, porque “hoy en día, después de Cromañon y por cuestiones económicas, tocar en plazas es la forma que tenés de llegar a la gente, que nos escuche en vivo y que nos vea”.
Sin embargo esto no es tan fácil, tiene su cuota de “clandestinidad”: “Es sin permiso; llegamos enchufamos los equipos y tocamos, además, no simpatizamos con la gestión gubernamental de Capital”, se defienden.
Asimismo, el 26 de este mes, la banda cierra el año en Los Manolos Café del barrio porteño de Villa Urquiza. “Un show en el que va a haber un acústico más veraniego; reformaremos el concepto de las canciones para que se escuche un estilo distinto y eso nos divierte mucho”, anticipan.
www.myspace.com/crucepeligrosorock
EDITORIAL
Me convertí en un número. Tengo fracción, raíz cuadrada y a veces decimal. También me convertí en un número entero. Mera combinación entre el uno y el cero. Soy numerable y razonable. Despreciable y dispensable. Aceptable y vulnerable. Multiplico. Para el resto no sumo ni resto. Soy consecutivo, destructivo. Me convertí en un número y tengo además factor común. Soy par e impar. Máximo y mínimo. Mayor, igual o menor. Soy múltiplo de dos, de tres, de cuatro o de nueve. No de uno. No para uno. No tengo valor, soy solo valor. Me convertí en un número, me dicen “4232”. Tengo código propio, binomio y exponente. Decadente y resistente. Totalmente ambivalente. Doy resultado y error. Depende la situación, de la ecuación. Soy exacto de facto.
Me convirtieron en un número. Elevé mi razón, mi corazón, a la tercera potencia. Incongruencia, falta de conciencia. Ahora mi alma es cardinal, y mi sentimiento animal. Soy sistemático y matemático, de las ciencias duras en estado puras. Mi nombre es “4232” y hay millones como yo. Solo números, meras combinaciones entre los unos y los ceros.
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