Se reconocen como una de las pocas bandas que conservan el espíritu del rock nacional de los primeros años y lo resguardan con material nuevo.



Hágase socio de este lugar o, mejor dicho, de este disco donde podrá recrearse ante la incandescencia de los artistas en los días repelidos, olvidados. Póngale la firma, no hace falta revisación médica, solamente prestar los sentidos por un rato y reposar ante la melodía. El círculo, paradójicamente, está permeable a nuevos instrumentos y horizontes cadenciosos aunque la esencia siempre deje su traza. Adelante, no se pierda esta oportunidad y no se enmarañe por el nombre, no es privativo, puede disfrutar de él todos los días que quiera. Pase a recepción, lo van a recibir unos “Tipitos”, no se va a arrepentir.


“Hace unos años que dejamos de ser barrocos”
Ya quedaron atrás “Los Panzon’s” y “Los Penes Erectos”, apetencias previas a “Los Tipitos”, para abrir campo hacia la impulsividad creativa. Con una nueva visión de armado y forma, la banda aprendió a ponderar la canción por encima de cualquier artilugio preposicional y se aventuró osadamente a los brazos de la notoriedad. “Aprendimos a traer la canción de la casa y tocarla como la trae el compositor, sin modificar la estructura”, explica Walter “Willy” Piancioli, voz, teclados y guitarra de una banda que aunque hoy recorra el duro cemento de la Capital, tiene su historia emparejada a la zona costera de Mar del Plata y Villa Gesell. Era tan así, que a orillas del Atlántico, en “La Feliz”, comenzaron como un trío ecléctico donde se intercambiaban instrumentos y Walter, que en ese entonces tocaba la batería, tenía que viajar desde Floresta hasta la ciudad balnearia para conllevar el proyecto, situación un tanto molesta. Nadie esperaba que el cambio de rumbo lo trajera un mimo.

Desde que Pablo Tévez, un artista callejero de la pantomima, se hizo cargo de los parches, el grupo quedó afianzado como una coalición de cuatro intérpretes, conformado además por Raúl Rufino en guitarra y voz, y Federico Bugallo en bajo. Las cartas estaban echadas y las condiciones obligaban a tomar decisiones a futuro, que conociendo ya la historia, hoy son presente. “Me pasó que dije: Yo tengo que tocar con estos chicos y dejarme de joder con mi banda acá. Hice las valijas y me mudé a Mar del Plata”, recuerda Willy. Fue para grabar el primer cassette de “Los Tipitos”, en una época donde eran “muy hippies” y vivían todos juntos en condiciones difíciles de olvidar. Cuatro temporadas seguidas en Villa Gesell, con dos shows por noche, los hicieron crear un vínculo de pertenencia. La arena, el mar, el sol y los turistas sirvieron de médiums para trasladar su música a partes que ellos ni imaginaban. Entre los que se toparon con sus canciones, están León Gieco, Lito Vitale, Pablo Guyot, Alfredo Toth y tantos otros que reconocieron en la banda una continuación del anhelo del rock nacional y se involucraron en el crecimiento de este vislumbrar. Pasaron clásicos como “Brujería”, “Campanas en la noche”, “Algo”, “Silencio” y hasta llegaron a ganar en los “Premios Gardel”. “El club de los martes” es el fruto de todo ese camino lleno de experiencias, oportunidades, momentos y personas. La obtención de 13 canciones con una madurez compositiva destacable. Una producción bienquista y una continuidad sonora que fácilmente deja reconocer: se trata de uno de sus mejores discos.



-Filo: ¿Por qué “El club de los martes”?
-Walter Piancioli: Pasamos por un montón de nombres e ideas de tapa pero ponerse de acuerdo cuatro personas es muy difícil. Y un día vino Pablo, el baterista, y dijo: “Se me ocurrió el club de los martes”. Tiene una connotación interna de la banda. Nosotros hace unos años teníamos la modalidad de tocar los martes. Un día devaluado donde no hay mucha actividad. Y nos fue muy bien. Aparte sonaba lindo, la palabra club me parece genial. No tiene otra explicación, no es un disco conceptual.

-Filo:-¿Con qué se va a encontrar la gente cuando lo escuche?
-Se van a dar cuenta de que hay algunas cosas que se escapan por otro lado y otras muy típicas nuestras como “Se te nota”, que es muy de Raúl. Y después hay temas como el track 2, “No viene hasta mí”, que es totalmente novedoso a nuestro estilo.

-Filo:-El corte de difusión, “Laberinto”, tiene algunos arreglos tecnos. ¿Puede ser una de las diferencias con los discos anteriores?
-Tene como una cosa tecno en el sonido del bombo y el teclado al principio. Después aparece la acústica, la eléctrica y la batería entera. En ese tema usamos sonidos, como yo digo, “de fantasía”. Nos gustaba ese formato, más con Alfredo Toth que hizo hincapié en poner otros sonidos del teclado que no sean ni piano ni Hammond. Porque a mí siempre me gustaron los teclados “vintage” y con él volvimos a los ´80.

-Filo:- A nivel letras hay de todo pero en algunas se destacan giros bastantes literarios
Walter Piancioli: Particularmente leo mucho y tenemos algunos giros literarios, tal vez sean vicios de querer escribir. Igualmente hay letras más llanas. Me pasa que se me aparece una palabra o una imagen y de ahí me dispara algo. En este disco me ha pasado de encontrarme con una gente que hacía bastante no veía y resulta que había un tipo que después de mucho años seguía enamorado de la piba de cuando eran chicos, y salió la canción.

-Filo:-¿Qué les gusta leer?
Me gusta mucho Borges y también leo poesía pero ahora estoy leyendo a Lovecraft. Me volví a la adolescencia. Me lo regaló el tecladista de “La Mancha de Rolando” para mi cumpleaños, porque todos saben que me gusta leer mucho. Y bueno, me metí con Howard Phillips que tiene una gran frescura a pesar de lo terrible que escribe. Como dice Borges: “cuando la obra es buena lo sentís en el cuerpo”.

-Filo:-¿Creen que son la continuación más fidedigna del rock nacional?
León Gieco en algún momento nos dijo que le hacíamos acordar a Porsuigieco. Y nosotros cargamos en los hombros el continuar con esa forma de rock nacional más urbana sin estar contaminada de esta cosa latina que hay ahora. Está el reggae que se está poniendo de moda y después está Miranda como exponente de pop que a mí me encanta. No nos vemos nunca pero nos adoramos, nos mandan una botella de champán cuando estrenamos y nosotros a ellos también. Es otra banda que yo pondría como continuadora del pop acá, de “Virus”, “Sweter”, esa onda. Nosotros venimos más de Serú, León, Spinetta.

-Filo:-¿Cuáles son los cambios buenos y malos que les trajo la masividad?
No noto mucho cambio porque para nosotros es un día a día. Como dice mi psicóloga, es la cotidianeidad. La rutina de la vida hace que a veces se haga medio aburrida (risas). Para mí somos los mismos cuatro, seguimos pensando igual, peleándonos por las mismas cosas y es como un matrimonio. La diferencia es que nos une una actividad y un objetivo que nos alimenta.

-Estuvieron por Europa. ¿Cómo fue esa experiencia?
Estuvimos en España. Tocamos en un festival en Alicante donde cerró Scorpions. Hicimos una gira con una banda que se llama Canteca de Macao que después trajimos a Buenos Aires, hicimos un intercambio. Nos quedamos diez días y tocamos cuatro fechas, fue bastante productivo. Nos sorprendimos con la gente que tenía discos nuestros, eso fue increíble.

-Filo:Algunos dicen que las comparaciones son malas, otros que te ayudan a crecer. ¿Sintieron mucha diferencia al expresarse artísticamente en otro país?
Igual esto ha cambiado bastante en Argentina. En España cerraba Scorpions y en el medio tocaba Aterciopelados, nada que ver. En otros países, la gente está mucho más madura. Te venden cerveza y están tranquilos viendo el espectáculo. Es decir, una persona por metro cuadrado sin esa ansiedad futbolística.

-Filo:Eso puede llegar a tener que ver también con la oportunidad de talonear a Oasis ante un River lleno y que algunas personas del público los abucheen.
Sentí bien lo de Oasis. Se bancaron el show nuestro que duró 45 minutos. Por supuesto que siempre hay un grupo más excedido que otro. Hay que pasar por esas cosas, algún día vas a ser el cierre. Es parte del camino, querer saltarse esa etapa es como medio ir del jardín de infantes al secundario. Que te vea un River lleno, no es poca cosa.

El 29 de mayo Los Tipitos tocarán el disco en el Luna Park, y habrá invitados de gran talla, tales como el “Negro” García López, Lito Vitale, Andrea Álvarez y otros más a confirmar. La idea es presentar “El club de los martes” y hacer un recorrido por su historia musical. Justamente esa fecha cumplen 16 años como banda.

-Filo:Eso puede llegar a tener que ver también con la oportunidad de talonear a Oasis ante un River lleno y que algunas personas del público los abucheen.


Sentí bien lo de Oasis. Se bancaron el show nuestro que duró 45 minutos. Por supuesto que siempre hay un grupo más excedido que otro. Hay que pasar por esas cosas, algún día vas a ser el cierre. Es parte del camino, querer saltarse esa etapa es como medio ir del jardín de infantes al secundario. Que te vea un River lleno, no es poca cosa.


El 29 de mayo Los Tipitos tocarán el disco en el Luna Park, y habrá invitados de gran talla, tales como el “Negro” García López, Lito Vitale, Andrea Álvarez y otros más a confirmar. La idea es presentar “El club de los martes” y hacer un recorrido por su historia musical. Justamente esa fecha cumplen 16 años como banda.-


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Miles de motociclistas pasaron un fin de semana completo en un predio de General Rodríguez. Diseños exclusivos, stands temáticos, actividades recreativas, bandas en vivo y damas de escasa ropa.




“Mi primera moto la tuve a los 19 años. Mi viejo no quería, yo había juntado una plata pero no me alcanzaba, entonces le pedí prestada la guita y no me la dio. Pero un día me fui al Casino de Mendoza, jugué, gané, y me la pude comprar. La elegí porque ví libertad. Fuí creciendo con un póster en mi cuarto que tenía una moto, y en un momento dije ‘quiero tener una como esa’”, cuenta Ariel de 45 años, una de las tantas personas que se acercaron durante el segundo fin de semana de marzo al oeste del Gran Buenos Aires.

Rock del duro, buenos fierros, exposiciones, stripers, body painting, bikini open, lucha en el barro y un cierre extraordinario de fuegos artificiales acompañado hizo del evento organizado por Epidemia MC uno de los encuentros más importantes del año en el país.

Aunque hubo actividades del jueves al domingo, la gran cita se dio el sábado con la peregrinación de motos hacia el centro de la ciudad. La misma se hizo teniendo como guía a un camión que en la parte trasera llevaba a los Legendarios 70, una banda que durante todo el trayecto hizo covers de los clásicos del rock and roll.
“Acá no hay discriminación. Somos gente grande, hay chicos, familias, de todo”, comenta Armando de 50 años para comprender el espíritu que enmarca este tipo de celebraciones. Tan es así, que además de contar con personas de distintas edades y estilos, acudieron motos de toda América.

“Estamos desde el 3 de febrero en la casa de unos amigos motociclistas. Venimos de Río de Janeiro, estuvimos en Chile y ahora volvimos por Buenos Aires. Y todo el recorrido lo hicimos en triciclo”, exclama Ana Sartori de Familia Moto Clube – Só para Mulheres, la primera motoquera del Brasil.´

Entre las casi 20 bandas que tocaron durante todo el programa, se encontraron Los Leones y La Naranja que cerró el día, ambos grupos que son pieza fija en cada evento con estas características. “Es un público muy especial que encontró su lugar en el mundo alejándose de la ciudad, disfrutando de los fierros, en carpa, con fogatas y mucho rock and roll”, destaca el “Pollo” Pistarelli a lo que “el Pelado” completa: “Nuestro estilo de música es para un bar, un pool, una moto en la puerta, una campera de cuero y unos buenos pelos aunque yo no los tenga”.

La conjunción entre el rugir de los motores y la música fue perfecta. Mucho Pappo, Black Sabbath, Deep Purple, AC/DC, Motorhead, Almafuerte, todos los artistas del género duro. “Convergen las motos, el rock and roll, la droga y un montón de cosas más. Yo me crié escuchando Pappo. Es como una liana, en la vida vas pasando y haciendo esas cosas”, explica Ariel.


El encuentro también sirvió para presentar el Custom organizado por Epidemia MC a realizarse este mismo año y para concientizar al público concurrente sobre el uso adecuado de la moto. “Lo principal es no creerse imponderable, que por tener una moto sos el dueño del mundo. Hay que ser prudente”, aconseja José de 65 años, a quien se lo puede destacar como “palabra calificada”.




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El futuro de EMI Music está empantanado y podría decidirse al mejor postor. Las especulaciones de una posible quiebra y el juicio que ganó Floyd.

Los números del año pasado dieron en rojo y la noticia cobró tanta relevancia que hasta causó cierto pánico: EMI está en crisis y podría llegar a presentarse en quiebra.

Es que durante 2009 el sello registró pérdidas de 2.064 millones euros, déficit que generó una ecuación alarmante, ya que la empresa necesita más de 137 millones para recuperar su balanza comercial. De lo contrario, la compañía se vería forzada a una posible venta y en este contexto su futuro podría decidirse al mejor postor.

Según la prensa británica, existen dos posibles compradores que ya afilaron sus colmillos: Por un lado Warner Music (que fusionaría ambas compañías y se apoderaría del mercado superando a las competencias Universal y Sony), y por el otro KKR, un fondo de capital de riesgo.
Ahora bien, ¿cuáles fueron los verdaderos motivos que llevaron al naufragio comercial a un emporio de 115 años de vida? Fácil: La era del crédito fácil y la escasez de ventas.

Las malas maniobras

En 2007 EMI Group fue absorbida por el grupo Terra Firma Capital Partners, usina que reúne a más de 180 inversores de todo el mundo. La transacción se concretó por 4.500 millones de euros, negociado que provocó el endeudamiento de los nuevos compradores con el banco de capital norteamericano Citigroup, a quienes solicitaron un préstamo de 3.600 millones.

La situación parece insostenible y Terra asegura no poder cumplir con sus obligaciones. El dinero no está, al contrario, sólo hay pérdidas. Es más, la empresa se vio forzada a despedir a un tercio de los 4.500 empleados que mantenía al momento de su adquisición. También se dieron grandes bajas de personal en las oficinas que la discográfica mantiene en Argentina. 

El hundimiento del barco

En uno de los tantos intentos por salir a flote y evitar que la nave se sumerja, el titular de EMI, Guy Hands, demandó al Citigroup al aducir que había “inflado” el precio de la compra del sello. Hasta principios de marzo, ambas partes maniobraban la posibilidad de llevar el caso a juicio en los tribunales de Londres.

Pero eso no es todo. La posible venta de los míticos estudios Abbey Road fue otra bomba que se lanzó en febrero desde los pasillos de la discográfica, y que logró hacer eco de inmediato en la prensa del mundo entero. Tanto que hasta Paul Mc Cartney y el magnate del teatro musical, Andrew LLoyd Webber, se ofrecieron a comprarlo. A los pocos días, la historia terminó por resolverse en forma feliz, como en un cuento: "EMI cree que Abbey Road debe continuar siendo nuestro", rezaba un comunicado.

Otra de las principales circunstancias de la caída del sello sería la baja cantidad de ventas de su catálogo que, dicho sea de paso, incluye artistas de primera gama en la música internacional, tales como Coldplay, Robbie Williams y Depeche Mode. Además, EMI usufructúa la discografía completa de The Beatles, y durante este año editará 10 discos del finado Michael Jackson, material por el que recientemente pagó a Sony y a su familia unos 250 millones de dólares. 

Al respecto, un artículo publicado en el diario español El País, sentencia: “Terra Firma ha sabido revalorizar cadenas de cines o pubs, pero no entendió las particularidades de EMI, empresa que depende de unos creadores de riqueza tan temperamentales como los artistas”. No por nada la compañía dejó partir de sus filas a bandas como Radiohead, Rolling Stones o al mismo Mc Cartney, tres de sus principales caballitos de batalla.

Cyber war

Como si le faltara una nueva pálida, a mediados de marzo la empresa recibió otro cachetazo. Esta vez de manos de Pink Floyd, que le ganó un juicio y le prohibió regentear la descarga por Internet de temas de su autoría.

La justicia aceptó los argumentos del grupo, ya que el sello estaba obligado por contrato a vender sus discos en la configuración original, y no disgregados, estimando que el objetivo de la cláusula es "preservar la integridad artística de los álbumes". Además, debió hacerse cargo de los gastos judiciales, unos 66 mil euros.

EMI se hunde. La crisis de capitales, el alcance de Internet, su nueva forma de comercialización y la vorágine de la economía volátil, fueron algunos de los factores por los cuales -según especialistas también acompañados por una mala gestión-, peligra el devenir de uno de los principales referentes del mercado musical. Con ello también se caería parte de la historia, pero sin dudas, se abre una nueva puerta: la autogestión.


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Fue la primera directora mujer de la escena nacional. Habla de sus obras, sus gustos y de sus días como alumna de Jorge Luis Borges.

 Entrevista por Jimena Romero y Silvina Gianibelli.

Filo: -¿De qué trata “Querida mamá o guiando la hiedra”, tu última obra en cartelera?
Laura: -Son dos cuentos completos de Hebe Uhart con dirección y dramaturga mías. Trata sobre el vínculo de una madre con su hija. Mientras preparé esta obra pensé mucho en mi propia madre y en la relación que teníamos. Puse en el programa de la obra una foto de ella joven, es algo que me da mucha emoción, nadie va a saber quién es… pero son esas cosas las que salen desde el arte, ¿no?

Filo:-No es muy frecuente que vos construyas una dramaturgia que salga del trabajo de varios autores…
Laura:-Es que hay algunos que me tocan más que otros, que me resultan más próximos. Pero eso no quiere decir que no pueda dirigir un mundo al que yo siento parte del teatro.

Filo:-¿Estudiaste con Ana Itelman?
Laura:-Estudié como bailarina muy joven, a los 15 años ya formaba parte del programa del San Martín….

Filo:-¿Fue para esos años que decidiste cambiarte el apellido?
Laura:-Sí. Fue en homenaje a mi madre, aunque después me sentí mal por mi padre, de apellido Sofovich, pero no lo hice por nada en particular, sino por homenajearla.

Filo:-¿Cuál es el legado que te dejó Ana?
Laura:-Estudiar con ella me impulsó hacia la dirección. Realmente fue quien impuso la danza contemporánea en la década del ´50 y ´60 y me dejó un legado inmenso, desde lo estético hasta lo ético. Fue una gran maestra. Todos los directores que salieron de la escuela de Ana Itelmen tienen una gran disciplina. Nosotros trabajábamos mucho eso, que otros directores que vienen de otro palo no. Bueno…Tato Pavlovsky tiene la rigurosidad de la medicina.

Filo:-Actualmente hay mucho teatro, pero no de estas características, con este leguaje y con esta composición artística en toda su expresión, desde lo estético, desde la dirección, desde el texto…
Laura:-Algunas cosas me salen peor que otras, no crean (risas). He tenido cosas que me han gustado y otras que no tanto. La constante en mi vida ha sido el trabajo, yo siempre tengo la sensación de ensayo en mí.

Filo:-¿Cómo ves al teatro argentino?
Laura:-Me parece que está bárbaro. Tenemos muy buenos actores, y yo no me caso con ningún género, si una revista está bien hecha me puede encantar, si un espectáculo off está bien hecho también, eso no me importa realmente…

Filo:-¿Vas a ver teatro?
Laura:-Voy poco porque entre que doy clases, ensayo, o tengo funciones, estoy muy limitada de tiempo libre

Filo:-¿Cómo es tu relación con Griselda Gambaro?
Laura:-Es una de las más importantes en mi vida como directora. Es un honor el considerarme su amiga, aparte porque es una persona muy generosa. Sus textos son para mí como deslizarme por un tobogán, no porque sean fáciles, sino porque ese mundo lo conozco tanto, me representa tanto. Es la mejor autor- autora, además es una gran novelista. Yo siempre estoy esperando la nueva obra de Griselda.

Filo:-Sos consciente del peso que tenés en la dirección…
Laura:-Soy la primera directora mujer. En cierto modo me siento como de las primeras, ahora hay muchísimas, pero cuando empecé en el año ´70 no había. Es un rol masculino, pero planté bandera, en el sentido de que esto “es posible”.

Filo:-¿Cómo definirías al teatro?
Laura:-Como que todo, todo es una gran obra de Chéjov *

Filo:-¿Escribías en tu adolescencia?
Laura:-Sí, escribía poesía, un montón de libros de poesía.

Filo:-¿Se pueden conseguir?
Laura:-No. Cuando era adolescente ustedes no habían nacido. No se pueden conseguir (risas).

Filo:-¿No podemos o no querés?
Laura:-No, no. Lo cuento porque sé que no se pueden conseguir.

Filo:-Pizarnik ¿Te parece una poeta adolescente?
Laura:-Sí. Fui amiga de ella y para mí fue un genio.

Filo:-Y aparte de las que ya nombramos ¿con qué otra escritora tenés afinidad?
Laura:-Creo que con ninguna, no hay tantas. No hay de ese grado de excelencia

Filo:-La última, ¿cómo fue haber estudiado con Jorge Luis Borges?
Laura:-Empecé a estudiar Letras y uno de los profesores era Borges, en la cátedra de literatura inglesa. Éramos pocos, íbamos como a la Catedral, había mucho silencio. Para la época él era muy moderno. En los exámenes te daba la posibilidad de preparar un tema que no había dado, porque como todo gran profesor nunca explicaba nada. Como alumna no era muy buena,  porque como bailaba, no podía prepararme tanto. Era la del 7. Pero para el final me tenía que sacar 10 sí o sí. Entonces estudié, me maté y fui a dar el examen. Después de rendir él salió al patio con el profesor adjunto y me dijo: “Sofovich: 7”. Ahí pensé: “¡no puede ser!”. Me acerqué. Con mucho respeto y tímidamente le comenté: “profesor, la nota podría haber sido 10”. A lo que me dijo: era un 10 pero entre que Borges no ve y usted que habla tan bajo. Cuando llegó el momento de evaluar para él ese examen no se dio (risas). Y yo encantada porque me pareció lo más borgiano del mundo.


*Antón Pávlovich Chéjov (1860-1904, Alemania): médico, escritor y dramaturgo ruso.

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Nota Relacionada: 






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La banda rosarina de ska-punk, que se encuentra presentando su primer disco “Degeneración en generación”, planea la salida de un DVD en vivo en el cual mostrará toda el potencia y la garra que la llevó a convocar una multitud de adeptos y la hace cada vez más fuerte en  Buenos Aire, tierra prometida para los artistas del interior.


Por Adrian Escalante. 



Era impensado el crecimiento del grupo cuando hace apenas tres años se juntaron para realizar un recital tributo a la banda española Ska-P en un café de Rosario. “La idea era un solo show, nada más, pero se lleno de gente y eso dio ganas de seguir”, recuerda Tío Koala (guitarra y coros) quien tras algunas modificaciones en la formación, actualmente esta acompañado por Koala Tecla (voz),  Koala Parka (bajo y voz),  Koala Kuerdo (guitarra y coros) y Koala Tambor (batería y coros).

Continuaron más tributos, hasta el momento en que editaron un EP de cuatro temas y ante la buena repercusión, la decisión fue convertirse en una banda de temas propios. Entonces  apareció “Degeneración en generación”, el cual presentaron a mediados del año pasado ante más de mil personas en el reconocido Willie Dixon, donde ya han tocado múltiples veces. En base a ese show preparan un DVD que estará listo para estos días, “con 35 minutos tipo trailer para mostrar la dinámica de la banda en vivo, con buen audio e imagen y que, al igual que el disco, se va a poder bajar de nuestra página”, adelanta Tío Koala.

Si bien, entre los 14 temas de su primera placa se puede encontrar una lograda fusión de géneros como el punk, el reggae y algunos ritmos latinos, el ska se lleva la mayor parte porque “te atrapa aunque no lo escuches y divierte a todo el publico, desde un chico hasta gente de 60 años”, se entusiasma Koala Kuerdo.

Asimismo, como The Koalas no se inhibe en el contenido de sus letras escriben lo que les gusta expresar sin encasillarse en ninguna temática: “hay temas sociales, hay temas de amor, hay temas bizarros y fiesteros”, enumeran.

La palabra fiesta pareciera ser un denominador común a estos rosarinos que se caracterizan por sus presentaciones con alto vuelo a nivel estético e interacción con el público, a través de las cuales planean entrar al circuito rockero de Buenos Aires. “Nos manejamos mucho con intercambio con bandas y todavía acá no somos nadie, entonces, hay que empezar a remar de cero pero le tenemos una fe bárbara a nuestros shows en vivo. Me parece que si nos van a ver cuatro persona, los cuatro se van contentos”, advierte Tío Koala.

En fin, tocar, lanzar su DVD, armar algún video clip para TV y cranear un próximo material discográfico es lo que le depara a The Koalas a lo largo del año. “Empezar a componer ahora para pensar en un nuevo disco y grabarlo en febrero pero tranquilos porque igual hay que juntar la moneda”, cierra el experimentado guitarrista. Y bue’... son los costo de la sana independencia.

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La joven banda de rock, reconocida por su excelente versión tanguera del clásico “Vencedores Vencidos” de “Los Redondos”, se encuentra presentando su EP debut y piensa en su próximo disco.

Por Adrian Escalante. 






Hace poco más de tres años, como resultado de la separación de El Burdel, banda con larga trayectoria en el under, algunos de sus integrantes decidieron continuar y así convertir su sueño de hacer música en una realidad a la que llamaron Poetas de Nadie.

“Somos un grupo de músicos amigos que trata de hacer lo mejor desde su punto de vista artístico, que se preocupa por sonar bien y que hace canciones enmarcadas dentro del rock”, expresa Mauro(saxo), quien conforma la banda junto a Guido (voz), Alejandro (guitarra y teclado), Juan (bajo) y Julián (batería). 

En octubre de 2008 sacaron a la calle su primer EP, compuesto por seis canciones originales de la banda, más un bonus track. En este material, que actualmente se puede descargar gratis desde la página web de Poetas de Nadie, se pueden encontrar temas rocanroleros y furiosos como “Mi juego” y “Malgenia”, algún rock más crudo como “Siempre adelante”, otros más cancioneros como “Fin de año” y “Solitario”, y el alegre “Funky Rocanrol”.

Sin embargo, cierra la obra el clásico del rock nacional, “Vencedores Vencidos” de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, pero en una atractiva reversión al ritmo del 2x4. “Si bien este tema no es nuestro, yo siento como que es propio por la interpretación que le damos”, se sincera Mauro.
Además de la banda del Indio y Skay, el grupo se encuentran influenciados por grosos como The Beatles, Pink Floyd, Led Zeppelin, Guns N’ Roses, Pappo y Charly Garcia, aunque aclaran: “Estaría bueno que te digan suena a Poetas de Nadie porque siempre hay una línea melódica que se repite. Vamos a tratar de que esto se de en el segundo disco, y eso sería el momento culmine”, anhela Guido.

Acerca de lo que viene, Alejandro adelanta: “Estamos en plena composición de temas para el próximo disco que va a ser más relajado, ya tenemos como catorce, y en realidad siento como que estamos más inspirados y perceptivos”.

“Nos interesa desarrollarnos una estética, no solo a través de nuestra música y el estudio de la misma, sino también incorporando aportes de artistas de otras ramas, como Martín Gómez que hizo la tapa del EP en acuarela, porque está bueno que a alguien le gusta lo que haces y así podamos laburar todos juntos”, cierra el violero.


Enlace: www.poetasdenadie.com.ar

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Camilo Blajaquis es César Gonzalez, un pibe de 20 prorrumpido en la pobreza que estuvo 5 años en situación de encierro y pudo transformar esa experiencia en poesía. Hoy estudia filosofía, edita una revista cultural, está por publicar su primer libro y participa de talleres en los barrios más carenciados.


Por Florencia Alcaraz. 



Tarde de domingo calurosa en el Conurbano Bonaerense. Son las 4 de la tarde, estamos con 40° a la sombra y en una estación del Sarmiento espero a mi entrevistado. Para apaciguar el calor, reconstruyo el camino que está haciendo desde su barrio hasta acá bajo un pequeño árbol. A lo lejos, lo veo llegar. Camilo Blajaquis camina con su andar cansino, su cuadernito en mano y algún librito que habrá agarrado antes de salir de casa. ¿Nietzsche? ¿Gilles Deleuze? ¿O será un relato del sub-Comandante Marcos?

Zapatillas deportivas, bermudas cómodas y remera colorida. La parada obligada antes de tomar el bondi: el kiosco para rescatar algún cigarrillo suelto. La falta de monedas y el vicio hacen peligrar nuestro encuentro, pero una de diez escondida en un huequito del bolsillo trasero colabora con el destino a mi favor. Marconi y Gardel. Llega el 326 que en un rato lo traerá hasta aquí.

Camilo Blajaquis nació en la vieja Villa Carlos Gardel de El Palomar bajo el nombre de César González, y atravesado por las múltiples circunstancias y las escasas oportunidades que implican crecer allí. “Donde es más fácil conseguir un porro que un libro o un arma que una lapicera. Donde en mi casa, el mate cocido con pan era el único menú del día. Donde me junté con otros pibes como yo, pobres como yo, con hambre como yo e inconscientemente manipulados por el materialismo como yo, salimos a robar o, mejor dicho, a recuperar lo que el porvenir nunca nos dio”, profesa.

La búsqueda de ese porvenir, la idea de “disfrazar la pobreza con unas Nike” lo llevó a iniciar un paseo por casi todos los Institutos de Menores y los penales de Marcos Paz y Ezeiza durante 5 años, en el ápice de su adolescencia, y con una causa judicial que hasta hoy pesa sobre su espalda.


“Pero un día, con el óxido de las rejas de fondo, me descosí la boca y empecé a vomitar toda la resignación que el encierro me había hecho tragar y a pesar de seguir encerrado hasta hoy, me fugué mentalmente y mi mente hoy es libre. Pueden esposarme las manos, pero nunca las ideas”.
César describía así el momento en el cual “Operación masacre” de Rodolfo Walsh llegó a sus manos, durante su paso por el Instituto de Máxima Seguridad Luis Agote, lugar donde parió a Camilo Blajaquis, el poeta que vino a sustituir al pibe chorro, o tal vez a convivir con él.

FILO: ¿Cómo se lleva César con Camilo?
César González: No existe esa división. César es Camilo. Yo soy un artista y todo en mí es ser artista. Todo lo que hago está vinculado a eso. Camilo Blajaquis es nada más que un seudónimo que surgió para escribir poesía, porque mi nombre es muy común. Simplemente eso. Cuando escribo poesía firmo Camilo Blajaquis, pero obvio que cuando le escribo una carta a una minita soy César.

Aunque quiera engañarnos con la casualidad de su seudónimo, se autobautizó Camilo en homenaje al comandante Cienfuegos, uno de los líderes de la Revolución cubana y Blajaquis por el militante sindical asesinado en la pizzería La Real, suceso narrado por Rodolfo Walsh en “¿Quién mató a Rosendo?”.

Lo cierto es que Camilo transformó la jaula de César en pájaro a través de la lectura y la escritura, inspirado por la pluma de Walsh, de Arlt y tantos otros, tomó por asalto a la palabra y comenzó a expresar sus vivencias, sus dolores, sus tristezas y alegrías a través de la narrativa con una prosa estéticamente bella pero al mismo tiempo cargada de denuncia social. Sintiéndose plenamente libre, pero paradójicamente entre rejas.

FILO: ¿Qué diferencia hay entre escribir en el encierro y escribir en libertad?
César González: Yo escribo con la sangre, con mi cuerpo, y mi cuerpo siempre fue libre así que para mí es lo mismo. Lo único es que últimamente me doy cuenta que este rebaño es cada vez más rebaño. Pero en cuanto a escribir, no podría hacer algo por encargo, como ser cronista, yo escribo poesía. Aunque eso no quita que no pueda hacer poesía cargada de realidad y denuncia social.

En el instituto de menores fundó la biblioteca, dio vida a su revista cultural ¿Todo Piola? y también abrió su blog: http://camiloblajaquis.blogspot.com/. En el encierro también pudo terminar el secundario y además de cultivar su pasión por la lectura, exprimiendo el tiempo de sobra, pudo aprovechar para tocar el bajo, símbolo de su otra pasión: la música.

César desfiló por cuanto taller surgiera en los institutos: periodismo, audiovisual, teatro, murga, deportes. Esa participación dio sus frutos cuando un cortometraje suyo denominado “Vida y obra de un excluido” fue seleccionado para un Festival de cine de derechos humanos.

Cuando pasó al penal, quiso devolver todo lo aprendido en la preparación de un taller literario “para los pibes”. El resultado: La gente del servicio penitenciario le partió un diente.
“Iba a ir al dentista a arreglármelo, pero ya ahí me volví, es una huella, una marca que me dejó el encierro” comenta. Hace un par de semanas que está en “libertad condicional”. Se inscribió en la Universidad para estudiar Filosofía y ya está trabajando para el Municipio de Morón como operador barrial. Pero el sueldo no alcanza para colaborar en casa, seguir haciendo arte y poder hacer trabajo comunitario de manera voluntaria en el barrio, por eso el poco tiempo libre que le queda lo dedica a distribuir su revista “¿Todo piola?”, vendiéndola a voluntad.

César hoy persigue sueños, nuevas jaulas que será más fáciles de convertir en pájaros luego de los escollos transitados. También tiene terminado su primer libro de poesía, a la espera de la decisión editorial, pero ya piensa en el próximo.

“… ¡Ay amor! algunos cuerdos absurdos te tratan como si fueras una prisión donde deleitarse, ¡ay amor! tú lo sabes, ¿qué saben ellos de prisiones? si ni siquiera se animan a un minuto de libertad… ¡ay amor! si me lo pides seré cadenas rotas que abracen tu espalda, candados abiertos con los que perfumaré tu cuello, yo seré tu cárcel y tú mi carcelero. y si te lo digo amor, es porque en el óxido de una celda fue donde me convencí de tu existencia…”, dice Camilo en su poesía “Plegaria para la libertad”.Añadir imagen



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Intenté frenarlo pero no pude. Nunca logré ponerle pausa a su enérgica marcha. Sobre todo después de su grave amorío con las drogas. Desde aquel entonces no paró. Se le daba por salir solo, por perderse en las frías calles bonaerenses, por desandar en forma errante los pestilentes garitos de Castelar. Iba y venía.

Por Jacko Fingers. 




Le decían “el tipo de los suburbios”. Derrochaba una y otra vez la poderosa energía que ocultaban sus prominentes bíceps en acarrear chops de cerveza a su boca. No recuerdo muy bien, pero creo que lo conocí un 28 de junio de 1982, a poco más de dos meses del terrible accidente. El que le seccionó su pierna izquierda.

Andaba de aquí para allá. Merodeaba. Ya lo había perdido todo cuando me vio por primera vez en los de Marcos. La página impar de la historia de su vida cayó de canto frente a mis ojos el día que me tocó verla de reojo. De entrada no me atreví a interpretarlo pues ya tenía suficiente de mí mismo como para soportar una carga extra. Y confieso que no lo entendí hasta ese momento donde mi vista divisó lo inesperado: su vacío ¿Por qué solía frecuentar tugurios que alimentaban sólo su destrucción?

Yo era el buhonero que no aguantaba los gritos de la mente; yo mostraba mi otra mejilla y no afrontaba la vida “como macho”, tal cual mencionaba el viejo cuando vivíamos en la derruida ochava de Lomas ¿Cómo un hombre con su vigor tenía el cable a tierra puesto entre cuatro paredes pintadas con la hediondez de la perdición?

Fue durante aquel gélido invierno cuando pude traspasar por primera vez mi caparazón de egoísmo y mi coraza de pedantería. Finalmente comprendí a Gustavo. Lo interpreté. A Villarreal me refiero.

Pasaron 28 años y Gustavo apareció en la tapa de una decena de matutinos. Me sorprendió su foto en una cálida mañana de principios de abril. Lo vi en el kiosco de Josecito Quinteros en la esquina de Bogado y Revoredo.

Tenía un gorro de natación que cubría su cabeza hasta la mitad y por la oreja derecha se le escurría un chaparrón de agua. Estaba recién salido de la pileta donde actualmente entrena todos los días en el Club Argentino de Castelar. Lo epigrafiaban: “Le falta una pierna y quiere cruzar el Río de la Plata nadando”.

“¡Al final se animó!”, esbocé de un grito frente al canillita que había contratado José. Es que la historia de Gustavo tiene dos caras. Y no quiero adjudicarme su fuerte depresión de los años ’80, pero confieso que mi visión gris de la realidad, inundada por la dependencia, lo empañó bastante. El 26 de abril de 1982, cuatro años después de sus primeras nupcias con el agua, el hombre de los bíceps de acero fue atropellado por una moto.

No volvió a nadar hasta el 2004. Tenía el sueño del ser guarda vidas incompleto. “Gustavo más que nadie sabe lo que es el antes y el después de una situación límite”, asegura el tabloide que compré por dos mangos.

Hurgando en mis memorias pudo entender mi exabrupto. Durante alguna de esas noches en que Villarreal y yo quemábamos neuronas y nos poníamos al día con el infierno, él mencionó que alguna vez volvería a ser el nadador que era. Aunque yo siempre supe que su vida tendría una segunda oportunidad (no como la mía, claro está) también me sobraba sapiencia para deducir que el Jack Daniels te pone el alma al desnudo.

Quién no conoce el desproporcionado espejo que Rosa Domínguez instaló al frente de su negocio de ropa unisex sobre Revoredo, definitivamente poco le queda en sus raíces de castelarense. Dice que es para atraer clientes. Esta mañana pasé por ahí y el desprolijo menear de un posadero que serpenteaba en una pollera fuxia llevó mi vista hacia el enorme espejo. El impacto resultó más bien reflexivo: Yo sigo igual, salvo que las puntas de mis viejos cabellos ahora acaban en desabridas cenizas. ¿Todos cambiamos con el tiempo?

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NÚMEROS ANTERIORES

EDITORIAL

Me convertí en un número. Tengo fracción, raíz cuadrada y a veces decimal. También me convertí en un número entero. Mera combinación entre el uno y el cero. Soy numerable y razonable. Despreciable y dispensable. Aceptable y vulnerable. Multiplico. Para el resto no sumo ni resto. Soy consecutivo, destructivo. Me convertí en un número y tengo además factor común. Soy par e impar. Máximo y mínimo. Mayor, igual o menor. Soy múltiplo de dos, de tres, de cuatro o de nueve. No de uno. No para uno. No tengo valor, soy solo valor. Me convertí en un número, me dicen “4232”. Tengo código propio, binomio y exponente. Decadente y resistente. Totalmente ambivalente. Doy resultado y error. Depende la situación, de la ecuación. Soy exacto de facto.

Me convirtieron en un número. Elevé mi razón, mi corazón, a la tercera potencia. Incongruencia, falta de conciencia. Ahora mi alma es cardinal, y mi sentimiento animal. Soy sistemático y matemático, de las ciencias duras en estado puras. Mi nombre es “4232” y hay millones como yo. Solo números, meras combinaciones entre los unos y los ceros.

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