Escucha rock y blues desde pibe, dice que “La máquina de hacer pájaros” lo marcó para siempre, sacó un disco este año y confiesa que se ve más con los músicos que con los curas. Una doble faceta entre dar misa, agitar la sotana y Jesucristo Superstar.

“Este sábado toco en Capital”, comenta al pasar y la fecha cae, en ese momento, para principios de diciembre. Al padre César no sólo se lo conoce por el nombre de pila, sino porque su apellido es casi tan impronunciable como si fuera Scicchitano Tagle. Aunque, en verdad, la mayoría lo juna más simple y directo como el “cura rockero”.

César no tiene una doble vida pero lo pareciera. Reparte su tiempo en llevar a tono sus 46 años, dar misa y componer música. Esto último, según reconoce, es lo que más ocupado lo tiene.

“En esencia soy más bien compositor, aunque gracias a Dios hago de todo”, dice mientras recuerda que su disco “Bajar un cambio” salió a la venta este año, y lo hace circular de manera independiente, estrategia que hasta ahora le dio buenos resultados. La banda, casualmente, se llama “El padre César y los pecadores”.

Lejos de que el público ironice, entienda, repudie, o alabe cualquier tipo de creencia, el cura rockero asegura que no profesa a través de la música ningún tipo de mensaje religioso. Es más, hasta casi deja en claro que no le interesa. No es su estilo: El rock por un lado, y su Dios por el otro.

-¿Cómo te dividís en la tarea de ser padre de la Iglesia y músico?
-Porque las dos son de verdad en mi vida. En la medida que están dentro de uno y toman vida no hay problema, lo hay cuando uno adopta posiciones que no son reales. Es como una pata de la mesa que tira para el otro lado. La música y el sacerdocio son dos verdades en mi vida. Creo que es parte de mi misión.

-¿De qué va el disco?
-Es una obra que está en el corazón de todas las personas que nos damos cuenta que estamos viajando a toda velocidad, y que no podemos detenernos en las cosas que nos pasan. Bajar un cambio implica no estar en el propio rollo todo el tiempo. Por ejemplo, hay un tema que se llama “Cerebro de shopping”, que vendría a ser una versión distinta del Hombre Suburbano de Pappo, y que se refiere al consumismo, a que hay gente que piensa todo el tiempo en cómo se ve por fuera. Otra canción es para un pibe de la calle y para los cartoneros, es decir, gente que vive de la basura que le tiramos. Y eso si no lo pensás decís “pobre gente” y seguís de largo. Si te detenés, es otra cosa.

-Entonces, las letras tienen un mensaje apuntado más a lo sociocultural…
-Tienen de todo. No están hechas para que alguien se ponga en un diván a ser psicoanalizado. Creo ser una persona que lee mucho su propio corazón y también el de otros, y trato de no juzgar en lo que digo. También hay un tema que le hice a las prostitutas, que se enfoca desde la mirada de Jesús. Porque nadie las mira con amor, ahí hay un claro ejemplo de dignidad que se cae. Sin embargo, por lo menos alguien le regala una canción. Es como dijo Jesús: “El que esté libre de pecado que arroje la primera piedra”.

-¿Cómo son los shows?
-Como en cualquier vivo, no bajo línea de nada. Ofrezco el arte que hago. Porque el arte tiene eso de que no hay que explicarlo, se explica en sí mismo. Las presentaciones las hago en distintos lugares, en un bar, en una parroquia, en un corralón municipal.


-¿Qué música escuchás?
Me mata mucho Ray Charles, su concepto de tocar y el swing de cantar. Me gusta el blues. A veces pongo jazz, me fascinan los tríos. Pero también escucho a Pappo, al Indio Solari o a Charly. Desde chico arranqué con toda esta historia. Recuerdo en el secundario ya escuchar a Genesis, AC/DC, Led Zeppelin, Supertramp. La primera banda que escuché fue “La máquina de hacer pájaros” en el ‘77 y me marcó.

-Ver en un mismo plano a un cura rodeado de rockeros en cuero y con el pelo hasta la cintura es una escena chocante, ¿Cómo te llevás con la gente del palo?
-Creo que tiene que ver con algo esencial. Hay un respeto muy grande de mi parte, y por ende de ellos hacia mí. Estoy en un mundo de verdad, no estoy para rescatarlos de nada a los rockeros. Si aparece alguien y lo único que pide es un rezo, ¿le pegarías? No. También he encontrado en todo el ambiente el agradecimiento por estar acompañando. Estoy convencido que el divorcio del rock y la religión llegó cuando alguien o algo fue de mentira. No me imagino a Jesús diciendo: “Éste canta tal cosa, no le des bola”.

-¿Qué pensás del rock cristiano, es decir, del auge del evangelismo?
-Creo que es gente que descubre una cosa trascendente en su vida y lo plasma en el rock, que tiene que ver con su historia. Es muy bueno porque están expresando lo que quieren y creen. Si es verdadero creo que está bueno. Este medio de expresión que es la música, está bueno para la fe. También vale decir que en ese sentido están mucho más organizados, tienen un circuito interno que es grosso.

-¿Te dicen algo los demás curas, tus compañeros?
Por lo general, mucho no me veo con todos los curas, más que nada por trabajo y por las cosas que hago. Me veo más con los músicos. En general no recibí ningún comentario. A veces el mismo cura que no le copa lo del rock tal vez se acerca a contener a una familia que perdió a un hijo que era rockero. Es decir, las cosas se unen. En cierta manera es un aporte que hago que tal vez otros no pueden hacer, al tener una lectura de la noche por ejemplo.

-¿Cuál es tu mensaje para estas vísperas navideñas?
La navidad, como su nombre lo indica tiene que ver con algo lindo porque es un nacimiento. Si es espiritual puede ser un nacimiento nuevo en el alma de cada uno.
Espero que Jesús nazca en mí, para que no vea mi vida sólo desde mi ombligo. Deseo para los demás que pueda cada uno pueda encontrar el nacimiento de cosas bellas dentro de su propia vida.

El padre César brinda misa los miércoles y sábados a la tarde en la iglesia Sacratísimo Corazón de Jesús, ubicada en la calle Moliere 856, en el barrio porteño de Villa Luro. Y también lo hace todas las mañanas a las 6:40 en el templo de las madres Escolatias.





por Revista Filo


Comments

0 Response to 'Cesar, el cura blusero que le compuso un tema a las prostitutas'

Publicar un comentario

NÚMEROS ANTERIORES

EDITORIAL

Me convertí en un número. Tengo fracción, raíz cuadrada y a veces decimal. También me convertí en un número entero. Mera combinación entre el uno y el cero. Soy numerable y razonable. Despreciable y dispensable. Aceptable y vulnerable. Multiplico. Para el resto no sumo ni resto. Soy consecutivo, destructivo. Me convertí en un número y tengo además factor común. Soy par e impar. Máximo y mínimo. Mayor, igual o menor. Soy múltiplo de dos, de tres, de cuatro o de nueve. No de uno. No para uno. No tengo valor, soy solo valor. Me convertí en un número, me dicen “4232”. Tengo código propio, binomio y exponente. Decadente y resistente. Totalmente ambivalente. Doy resultado y error. Depende la situación, de la ecuación. Soy exacto de facto.

Me convirtieron en un número. Elevé mi razón, mi corazón, a la tercera potencia. Incongruencia, falta de conciencia. Ahora mi alma es cardinal, y mi sentimiento animal. Soy sistemático y matemático, de las ciencias duras en estado puras. Mi nombre es “4232” y hay millones como yo. Solo números, meras combinaciones entre los unos y los ceros.

ACERCA DE REVISTA FILO...

Revista Filo es un medio totalmente independiente que entrega, todos los meses en forma gratuita desde noviembre de 2005, la desequilibrante pasión que solo la música puede generar.

Entre los 2500 ejemplares de 32 páginas, que recorren todos los lugares musiqueros de Ramos Mejía, San Justo, Laferrere, Morón, Castelar, Haedo, Moreno, Capital Federal, y todas las periferias, se encuentra siempre una entrevista exclusiva con algún artista importante del momento y toda la actualidad internacional y nacional que al lector le pueda interesar.

Todo lo que un amante de la música y el arte puede pedir, te lo entrega Revista Filo.

CONTACTO

REVISTA

FILO PORTADAS ((( 2009 )))

(((Clik en la imágen para ampliar)))

COMENTARIOS